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miércoles, abril 09, 2008

El viejo truco de los bonos

Teléfonos de México fue fundado en 1947 cuando el entonces presidente mexicano Miguel Alemán fusionó a las empresas Ericsson en México y a la International Telephone and Telegraph Company, formando una empresa del estado mexicano, la cual se convirtió en la única proveedora de servicios telefónicos en el país (según la wikipedia).

En algun momento de esta nacionalización (si, nosostros tambien lo hemos hecho, asi que no los espante Chávez), una forma de capitalizar a la empresa fue la venta de acciones. tal vez como en los inicios de Unefon, se ofreció a los primeros usuarios la compra de acciones y en ese tiempo, realmente sonaba atractivo.

Cuando Salinas privatiza de nuevo Telmex, so pretexto de ineficiencia, y dejandola en un módico precio, estas acciones curiosamente empezaron a ser altamente cotizadas y a la puerta de toda casa uno se encontraba anuncios que prometian la compra de acciones a un buen precio.

La compra de estos titulos por "who knows", al parecer aseguro a Slim el control de la empresa.

Resultado: uno de los 3 hombres más ricos del mundo, un monopolio a prueba de todo y un negocio rentable.

Ahora parte del plancito azul es el vender bonos ciudadanos para capitalizar Pemex (cuanto le tocará al sindicato?).

Ojo, pues los bonos son instrumentos de deuda y no titulos accionarios, por lo que el choro de que quien los compre asegura con ello la transparencia y la rendición de cuentas es relativo.

Telmex es un servicio, por ello no sufre. En el caso de Pemex está el riesgo de que el recurso es finito no renovable, por lo que la curva de ganancias está condenada en función del monto de las reservas, y lo que en algun momento puede ser buen negocio, a la larga es una perdida asegurada.

Sin petróleo ¿cómo pagas los instrumentos de deuda?

miércoles, marzo 26, 2008

Costos en billetes del banco de la ilusión

Estos hijos de su correspondiente desarrollan a diario su ingenio inconscientemente.

Santi Creel con los pantalones hasta arriba, enseñando los calcetines, se da valor y dice que su partido asumirá el costo de la reforma energética.

Y el costo podemos calcularlo de manera aproximada: descontento social por las alzas de precios y la desconfianza de que acaben privatizando Pemex (recordemos que Telmex era también pésimo negocio; tan malo que a su dueño lo convirtió en uno de los tipos más ricos del mundo. Y que decir de los bancos); explotación irracional de recursos no renovables, nula reinversión de ganancias en fuentes de energía renovable (por tener la fiesta en paz el gasto social se infla, y las coimas a los sindicatos también).

Entonces ¿el pago por la privatización compensará cualquier cosa? Debe ser una buena lana.

Mientras, su archirrival, el Peje, mueve a las masas y abril se ve complicado. Hasta el repudiado Ulises levanta su voz desde Oaxaca frente al preciso, para enviarle unas refrescaditas a AMLO. ¿Con que cara esa caricatura de señor feudal opina?

Que venga un debate acerca de la energía para México, no un decreto de oficina para mal vender nuestro poco patrimonio y dignidad.

¿Por qué se les ocurre ventilar asuntos delicados en plena recesión? Aunque las reservas internacionales del Banco de México sean catalogadas de buenas, la ausencia de sentido común le pone en la chapa a todo.