A partir del 31 de agosto y por el momento hasta ayer, 7 de septiembre de 2016, ha sido impresionante la cantidad de tropiezos por parte de los políticos mexicanos.
No recuerdo una salida de la SHCP tan forzada, al menos desde 1994.
No recuerdo un presidente que haya sido vapuleado por un candidato presidencial de otro país.
No recuerdo un informe de gobierno con formato de "Diálogos en confianza".
No recuerdo haber escuchado que llamaran al presidente TRAIDOR... ¡nunca!
No recuerdo, de niño, haber presenciado tanta corrupción, violencia y enojo.
No recuerdo que se vendiera el país con descaro, al menos no desde los tiempos de Antonio López.
La historia nueva es así: es para recordarse.
Y esto aún no acaba. Como nunca nos cubre una nube negra resultante del proceso electoral de un país vecino, el descontento local por las reformas que han sido inoperantes y por el desdén de la clase política de trabajar por su país, prefiriendo darse vida de rey y bonos de millonario.
Es hora de que los mexicanos despierten y actúen. De otra forma, el desastre será muy interactivo para los espectadores pasivos.
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