jueves, septiembre 21, 2006

De la cultura pambolera a la cultura política

No recuerdo donde escuche por primerá vez un consejo que permite mantener la fiesta en paz, sobre todo cuando el arte de la conversación se ejerce con unos tragos encima; la máxima es "no discutas de política, religión o fútbol".

Estoy seguro que todos hemos tenido algún roce con algún familiar, amigo o conocido con respecto a cualquiera de estos temas, y la cosa puede terminar en que se olvide despues de 5 minutos, colgar la discusión por más de 2 horas o hasta llegar a los moquetes por defender la postura.

De esto cai en cuenta que tenemos muy arraigada una cultura futbolera. En lo que respecta al fútbol, desde chicos elegimos o nos eligen a un equipo, del cual hay disponible cualquier cantidad de chacharas para colgarnos o adornar el santuario (recámara, sala, baño). Tenemos un calendario preciso de los partidos nacionales e internacionales, cientos de publicaciones especializadas con hartas estadísticas, albums para coleccionar, membresías del club, acceso a la compra de boletos para ir a sacar el estrés al estadio y hasta nos damos el lujo de soñar con ser una estrella en la banqueta o en el parque cerca de casa; actividad excelente para socializar, pero donde a muchos la obseción les gana y que cuando la cosa se pone seria hasta de "a refresco" se puede jugar para dar el máximo de nuestro rendimiento. Por todo esto, la pelota es el mejor invento que el hombre ha hecho.

Pero ayer, planteando esto a un taxista con el que platicaba de política, caí en cuenta que nuestra cultura política es inexistente; no conocemos las reglas ni a los jugadores, se nos pide tomar partido, cuando las opciones de colores o ideas muchas veces no nos vienen bien; se paga hasta por ir a vitorear cuando por lo generar el show es pésimo; tenemos el derecho de votar, y muchos prefieren no acerlo por el desencanto; la memorabilia es de mal gusto, y la propaganda termina en la basura sin valor de coleccionable.

Y a diferencia del fut, donde si el equipo no funciona, la gente no va al estadio, el club no gana dinero, y por ahi hasta los bajan de división, en la política la técnica por excelencia es el trapecismo y la agencia libre, pero los ojetes siguen cobrando.

Hay que cambiar las reglas, para que podamos disfrutar de la política, tanto como del futbol, cuando este era un deporte y no un espectáculo.

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