Ya vienen las celebraciones del Dìa de Muertos y las cosas siguen de terror. Entre viajes al extranjero de tarto o truco por parte del próximo encumbrado, las peleas de perros por los huesos del nuevo gabinete, la posición firme y desafiante de los inconformes en Oaxaca, un Peje probablemente en el desierto alcanzando la iluminaciòn, un misterioso BMW, obras de bacheo para el Metrobus, el precio del petróleo en aparente baja, un muro nuevo en la frontera (un murote Manuel), una guerra absurda en medio oriente y próximas elecciones con los vecinos del norte, y si eso fuera poco el casi inminente arribo de Hugo Sánchez a la dirección técnica de la selección, el cierre de año se ve espectacularmente incierto.
Ya quisiera el nivel de planeación y anticipación de las cadenas de supermercados que ya tienen listos los consumibles para navidad y casi casi para el 14 de febrero, y cuya única preocupación es vender, aunque sus áreas de frutas y verduras tienen serios problemas de higiene.
Pero los simples mortales vamos con el día a día, trabajando y atendiendo nuestros propios asuntos. Estar al pendiente de la avalancha de información es desgastante y filtrar paja es un trabajo agobiante.
Pero lo cierto es que estamos en la vispera de la entrada de un gobierno que para empezar quiere vender la idea de una visión a largo plazo; 40 y 20....ups perdón, 20-30. Aunque siendo una iniciativa gubernamental pongo en duda la eficacia de su ejecución, la idea es buena, y la sociedad debe darse tiempo de pensar a donde vamos y como queremos estar en el 2030.
Soñemos y pongamos a nuestras mejores mentes a planificar como llegar ahi; si no lo hacemos, lo que conocemos quedará en los archivos como una bonita postal y anecdotas de lo que México era y pudo ser, pero seguro la cosa se pondrá mucho más dificil.
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