Ha comenzado el esperado teatrito de la reforma energética. Aunque algunos se calientan la cabeza solo por Pemex, vale la pena ampliar la mirada para distinguir la estampida que se ha desatado.
La iniciativa la ha tomado el Estado, en sus encarnaciones ejecutiva y legislativa, con el respaldo del partido en turno. El negocio disfrazado de modernización y beneficio social ha sido lanzado con una gran ofensiva publicitaria, un discurso concertado para que nadie se salga del guión y algunos acuerdos en lo obscurito.
El actor reaccionario tiene como protagonista a AMLO y el gobiernito legitimo, y las hordas reloaded de Adelitas y Adelitos. Este poder jugará en algunos medios, las calles y donde se pueda; y por omisión se les tachará de retrogadas y mitoteros.
El tercero en discordia es la manada PRI-nosauria que con la paciencia del diablo, calcula y espera. Pero los raptorcitos quieren escribir su propia historia y mientras duermen los T-rex, ellos arreglan sus bisnes.
Los medios ponen a disposición su cobertura al mejor postor, en espera de favores.
Lo más confuso es el guión, pues entre tecnicismos legales y administrativos, NO es claro lo que se quiere hacer con Pemex, y mucho menos como es que los beneficios se darán desglozados a detalle; estas cuentas pue'que las protejan por confidencialidad por los próximos 20 años.
Pero el guión que empieza a desdibujarse es el pacto social. Si hay que partir el niño a la mitad, ¿quedará un México norte y otro Sur? ¿o uno azul y otro amarillo? ¿o uno de revolucionarios y otro de aferrados al poder?
Si empiezo a escuchar: "muera el supremo gobierno", creo que será el momento para decidir de que lado estar.
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