En el nombre de la productividad, un secretario cree que la alquimia de la sumisión, el silencio y que prevalezcan los derechos de los grandes capitales, es la respuesta a una mejor forma de trabajo. Nadie lo quiere por represor, prepotente e inepto.
¿Cómo se atreven a darse baños de pureza con su propuesta de reforma laboral? Todos los empleos que no han generado, nuestros paisanos han tenido que irlos a buscar al norte, y ahora no solo padecen la friega de jugarse el todo por el todo, sino que temen que una ley como la de Arizona los arrincone y les quiete el pan de la boca.
¿Acaso el gobierno mexicano los va a recibir con los brazos abiertos?
Mientras a los mineros se les reprime; a los electricistas se les pesigue. Además de la guerra contra el narco ¿quieren provocar una guerra civil jodiendo y polarizando a la sociedad?
Hay que revisar nuestro contrato social. Es urgente.
Tal vez, como en América del Sur, es hora de recuperar lo nacionalizado.
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