Mientras crecemos una de las tonadas que el estado impone aprender es el himno nacional. En el se exaltan los valores y el valor de los mexicanos, sobre todo ante conflictos bélicos. Los conflictos a los que se hace referencia en el himno y durante toda la educación básica y secundaria, son aquellos en los que México ha sido invadido por otros países, que en especifico han sido España, Francia y Estados Unidos.
Durante las clases de historia se hace énfasis en que esas han sido "las guerras", y los conflictos intermedios se reducen a reyertas domesticas, con excepción de la Revolución de 1910.
El problema doméstico más reciente que ha alcanzado la categoría de guerra es la lucha contra el narco que ha desatado el gobierno federal, liberando al ejercito para que haga el trabajo. Sin embargo, aunque el ejecutivo se empeña en emocionar y convencer al respetable con sus partes de guerra, la población en realidad sigue en lo suyo: tratar de sobrevivir.
Así que para que "los pelemos" ha iniciado una campaña publicitaria donde se presenta su interpretación de la familia promedio mexicana, que preocupada, observa el desarrollo de los acontecimiento y da su aval a las acciones gubernamentales. Hasta se muestra a los niños esperanzados en que atrapen a los burritos narcomenuderos.
Según Toffler, conflictos bélicos hay por too el mundo, de diferentes magnitudes y alcances. México no es la excepción, pero hay que tener cuidado de no ver estos conflictos como una más de las series o películas de acción que la TV nos receta a diario.
La sensibilización debe comenzar en aceptar que en los últimos 20 años no se ha afrontado el problema de manera seria; se dejo crecer y he aquí las consecuencias. El que este negocio marginal haya prosperado, ha propiciado una red de corrupción intrincada, compleja y eficiente que opera dentro del mismo gobierno, así que la lucha no solo debe darse en las calles a balazos, emulando las imágenes en las calles iraquies.
El asignar al ejercito una operación de este estilo, siempre conlleva el riesgo de afectar a la sociedad civil, que adora ver a su ejercito desfilar, sabe que es una institución que ayuda al pueblo en momentos difíciles como en recientes desastres naturales, que acepta que vigile las calles cuando la policía no es suficiente, pero teme los excesos e incluso usos alternos de esta fuerza. Ojala exista una buena estrategia que asegure el éxito, y no se queme a una más de nuestras instituciones.
Por parte de la justicia, las leyes están, y se hacen ajustes, pero la capacidad de reacción posee la gracia de un brontosaurio. Y más preocupante es que en aras de mejorar la ley, se aproveche para torcerla y hacer de gente que luche por sus derechos, subversivos y hasta terroristas.
En el otro bando, la astucia y el poder adquisitivo les procuran equipamiento sofisticado y una potencia de fuego considerable, además de carecer de ataduras legales y morales al momento de tomar decisiones o realizar acciones. Incluso a nivel de inteligencia, el poder económico es capaz de abrir puertas traseras.
Así que ¿estamos en guerra? Si se trata de seguir el ejemplo de nuestro vecino del norte, si. Es una buena forma de mantener aceitada la maquinaria militar, alimentar este rubro del presupuesto y hacernos sentir "seguros".
Pero situando el problema a la mexicana, también diría que si. Tenemos una lucha intestina entre partidos políticos; entre el gobierno electo y el legitimo; entre el crimen organizado y las instituciones de seguridad pública; entre mentalidades liberales y conservadoras; entre el comercio formal y el informal; entre los sindicatos; entre los contrabandistas y los importadores. Y eso que todavía están por venir una crisis de agua y energética.
Yo preferiría que aplicaran el adagio "mas vale maña que fuerza", por que todos estos recursos empleados en jugar a los policías y ladrones, pueden extrañarse en una ocasión más importante.
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