Un país con 20 mil casos de dengue cancelo el acceso a los vuelos del país que ha llevado la peor parte publicitaria de la influenza A H1N1 (y cuyas cifras internas se calculan en 4800 infectados y 400 decesos), y eso que el vecino del norte parece que tiene más casos en sus cifras oficiales.
Este país tan golpeado, y que clama a la comunidad internacional que no se pasen con sus ciudadanos (ojo, que el gobierno se ha pasado con ciertos grupos de extranjeros, como los chinos en época de Calles), tiene mucho de culpa por tener un comodino y mal coordinado sistema de salud, y sobre todo, por no atender el tema de la pobreza (que luego se anda recordando a otros).
El país quiere volver a la normalidad, pero los tapabocas, es decir, la falsa seguridad de tener algo que detenga la amenza, podría arraigarse como accesorio de la colección primavera-verano de las casas de moda.
Ya el lunes nuestros niños y jovenes regresan a la escuela, y el temor, aun persiste, con todo y que las autoridades claman que ya no hay purrum, que la epidemia es historia.
Sin embargo, la masa está contenta de que el circo (en su modalidad pambolera) reabra y los establecimientos de comida también, aunque sigan igual de caros.
Si el gobierno cree que ha hecho las cosas bien y le aplaudiremos, están en un error.
Y menos cuando los falderos regalan cubrebocas en plaza Delta, con propaganda de campaña.
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