lunes, enero 24, 2011

Mexicanos correctamente expresados

Hoy mi oído se levantó escuchando lo que regularmente suena como el parloteo de la muchedumbre. Algunas conversaciones me interesaron, no tanto por el contenido, sino por los usos y costumbres que empleamos en ciertas circunstancias. He aquí algunas instantáneas.

Primera escena: Tomas el teléfono para hablarle a un amigo. Marcas 55 y el rosario de números que identifican la línea del domicilio o el móvil. Al dar línea, el teléfono da tono, pidiendo paciencia mientras del otro lado reacciona. Tu amigo contesta: ”¿Bueno?”.

Bueno será por que ahí vive el señor Bueno o por que es bueno que le este hablando o se referirá a que en vista de que la comunicación es constante y clara por la línea telefónica me está confirmando que es posible iniciar nuestra conversación. ¿Por qué no me responde con un “Hola”? No quiero la formalidad de la familia de alcurnia que responde “residencia de la familia X” o de la empresa con su contestadora automática “esta usted hablando a X y compañía”. ¿Es mucho pedir un saludo para iniciar la conversación? Ni en las redes sociales empiezas escribiendo BUENO.

Segunda escena: Con la urgencia que caracteriza nuestro urbano ritmo de vida, le pides a alguien (colaborador, pariente o quién sea) si te puede ayudar con lo que estés haciendo y la respuesta que surge es: “ahorita”. No hay expresión más ambigua temporalmente que esta. Pueden pasar unos segundos, horas y hasta días. Incluso puede pasar que no pase nada y nunca recibas una mano. El AHORITA es sinónimo de procastinar, diferir, postergar…en pocas palabras ahí para cuando se pueda o se le pegue la gana al interlocutor.

Tercera escena: tu abuelito te llama con esa voz cavernosa y respondes: “Mande usted”. Este remedo de nuestra época colonial es un recordatorio constante de lo que es ser agachados. No hay que confundir la vocación de servicio con la servidumbre. Lo siento abuelito (y don Teofilito). Prefiero contestarte: “DIME”.

Tras imaginar estas escenas auditivas no me queda más que condenar al olvido a estas formas de expresión. Mejorar nuestra comunicación implica expresarnos bien, para que el otro nos entienda. Si de paso lo hacemos sentir bien, que mejor.

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