Estos hijos de su correspondiente desarrollan a diario su ingenio inconscientemente.
Santi Creel con los pantalones hasta arriba, enseñando los calcetines, se da valor y dice que su partido asumirá el costo de la reforma energética.
Y el costo podemos calcularlo de manera aproximada: descontento social por las alzas de precios y la desconfianza de que acaben privatizando Pemex (recordemos que Telmex era también pésimo negocio; tan malo que a su dueño lo convirtió en uno de los tipos más ricos del mundo. Y que decir de los bancos); explotación irracional de recursos no renovables, nula reinversión de ganancias en fuentes de energía renovable (por tener la fiesta en paz el gasto social se infla, y las coimas a los sindicatos también).
Entonces ¿el pago por la privatización compensará cualquier cosa? Debe ser una buena lana.
Mientras, su archirrival, el Peje, mueve a las masas y abril se ve complicado. Hasta el repudiado Ulises levanta su voz desde Oaxaca frente al preciso, para enviarle unas refrescaditas a AMLO. ¿Con que cara esa caricatura de señor feudal opina?
Que venga un debate acerca de la energía para México, no un decreto de oficina para mal vender nuestro poco patrimonio y dignidad.
¿Por qué se les ocurre ventilar asuntos delicados en plena recesión? Aunque las reservas internacionales del Banco de México sean catalogadas de buenas, la ausencia de sentido común le pone en la chapa a todo.
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