El futbol es curioso. La selección mexicana llego al mundial de Brasil sin esperanza, sin forma, sin fondo... deshauciada de origen. Y partido a partido, fue alimentando el sueño nuevamente. Buen juago, actitud y sacrificio lo llevaron a los octavos de final nuevamente, y nuevamente, ahi ha caido. ¿Ese es nuestro límite?
Como lo comente antes del partido a alguien: "mi lado viceral dice que ganamos y nos vamos al Angel". Pero los partidos nos los gana la nobleza, ni el afecto, ni la devoción de una afición. Lo ganan 11 en la cancha haciendo lo necesario para ganar.
Me hubiese gustado que se ganara, para que los niños puedan creer que los sueños son alcanzables con esfuerzo, pero en esta ocasión, la improvisación llegó hasta aqui.
Hoy lunes, se respira frustración. Se acabo el balsamo de las playeras verdes.
Me preocupa más que se cultive a los jovenes para que, tal vez cuando seamos viejos, los veamos al fin triunfar donde otras generaciones han fallado. Y no solo en este, el bello deporte de las patadas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario