Durante nuestra estancia en el sistema educativo, vemos desfilar a todo tipo de profesores.
Están las estrellas fugaces que solo cuidan a un grupo por unas horas o días, y solo se limitan a mantener el orden y a seguir alguna instruccion especifica de la direccion.
Están los nuevos. Algunos llegan solo por cobrar, otros se limitan a cumplir y están los pocos innovadores y revolucionarios que imprimen nuevas dinámicas y dejan huella en los alumnos.
Están los de siempre, que tienen años y años. Los hay buenos, malos y pésimos.
Están las vacas sagradas. A lo mejor nunca tomas clase con ellos, pero la fama les precede. Y hay algunos que mantienen una sana distancia pues saben que su didáctica no es muy buena.
Están los de los curriculums impresionantes, que no saben ni hablar.
Están los que saben mucha teoría, pero nunca han ejercido.
Están los prácticos, que nos dejan una buena idea de su oficio.
Están los sociables y los introvertidos.
Y cuando cualquiera de nosotros opta por seguir el oficio de enseñar, la pregunta salta: ¿cuál de ellos serás tú?
En lo personal, he asimilado lo mejor de los mejores, pero también he aprendido de los malos (a no meter la pata). Pero lo más difícil es encontrar un estilo propio.
Feliz día del maestro. Y por desgracia, que la deuda educativa crezca por la burocracia y la falta de rumbo.
¿No es tiempo de tomar el control de nuestra educación?
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